Amigos Liceístas, comparto con uds algunos recuerdos de mi último 14 de sept en nuestro querido Liceo:
Grandes jornadas habían caracterizado aquel 1991 que finalizaba, El año había iniciado con aquel memorable enfrentamiento con el Infantes en el gimnasio del Colegio Americano un mano a mano como pocos que sin ganador real nos marco el rumbo por el que debía transitar nuestra gloriosa Banda aquel año, que a pesar de haber remado contra corriente después de los sucesos del 15 de septiembre de 1990, sirvió para que las autoridades del colegio encabezadas por el Hno. José Antonio López iniciaran el apoyo y a la postre el cambio que la Banda experimento en los siguientes cinco años.
14 de Septiembre de 1991, sábado por la mañana; Las autoridades del Ministerio de Educación habían suspendido el desfile nocturno que había caracterizado las fiestas patrias; Toda actividad había sido trasladada a un masivo desfile que iniciaría en el Hipódromo del Norte, llegaría a la 13 calle y enfilaría la 7ma. Avenida rumbo a la Plaza Central, el Liceo terminaría en la Cruz Roja, como siempre, al compás del Himno Liceísta que tantas veces había sido entonado en aquella cuadra.
La mañana era esplendida, lucia nublada y en medio de los Eucaliptos y Sauces del Hipódromo en fila india llegaba la Gloriosa Banda del Liceo, los buses no habían podido llegar hasta el lugar designado y se tomo la decisión de que nos dejaran a la altura de la Iglesia de La Asunción; Nunca olvidaremos la expresión del Hno al preguntarnos la cantidad de buses que necesitaríamos, por que tantos ¿? Al darle el número de integrantes de la Banda con sus Gastadores, Escoltas, Banderas y Banderín todo quedo claro, 50 Cornetas, 40 Pífanos, 15 Liras, 154 Redoblantes, 20 Cajas, 22 Marcadores. Una de las Bandas más grandes que vio el Liceo.
La Virgen de La Asunción nos vio pasar con el saludo que cada liceísta hizo, la señal de la cruz, una breve jaculatoria y la confianza de que éramos los mejores aquella mañana. Finalmente la interminable fila llego al lugar indicado, al final del Hipódromo, para variar casi cerrando el evento. Rápidamente se dio la orden de formar Escoltas abría el paso del Liceo ya que Gastadores había ganado el concurso interno para participar en el concurso nacional lo cual los ubicaba varias cuadras de distancia delante de nosotros; Banderín tomo distancia, detrás de ellos Banderas portando la hermosa bandera azul amarillo y rojo testigo de tantas mañanas como aquella; A pocos pasos de cinco en fondo, formando 10 filas, el pelotón de cornetas con 50 de los mejores alumnos liceístas de aquella época; Recordamos especialmente a Rivas, Fausto Moreno, Omar Talavera (+), Harry Samayoa (voluntario en el desfile), Alessandro Gazzolla, César León, Rodrigo De León; Aquellos que se estrenaban en aquellas jornadas: Fernando Bardales, Lambourg, Dardón, Cobar; segundo instrumento Rolando Burgos, con una habilidad nata, talento natural para tocar la corneta , primer instrumento, Alejandro Gorríz, sub comandante Rony Hernández.;
Mas allá, el mar de pompones liceístas, la vista era en verdad impresionante. Los últimos detalles eran dados, cada pelotón se reunió una pequeña oración, la orden de cuidar a los más pequeños, tocar pausado, atentos a los marcadores. Los exalumnos y alumnos reiterando el apoyo, especialmente cerca de Pífanos, ya que era el pelotón con más pequeños; Al final el grito que anunciaba que estábamos próximos a iniciar aquella gloriosa jornada: LICEO ¡!¡!¡!
Poco a poco el ambiente se torno mas pesado, se escuchaban los distintos toques de las Bandas ya que el punto en el que estábamos llegaba a ser bastante reducido. La Banda del Glorioso Liceo formada ya, estaba de frente de sur a norte. Firmes, vista al frente, nadie pasa entre filas, inmóviles cuando Ronald López, nuestro Comandante General da la orden: Gorríz, de frente en marcha; En ese momento la atención de todos estaba en el primer corneta, silencio total y el toque perfecto de aquella corneta, el clásico “De frente en macha marcando el paso” y la respuesta “De frente, marcando el paso” Cornetas, Pifanos, Liras la ligera inclinación al frente y la respuesta clara de 154 redoblantes y 20 cajas, pa pa pa y el estruendo de marcadores como sólo el Liceo puede hacerlo;
Quiso la suerte que en la vía contraria, de norte a sur, viniera la Banda del San Pablo en ese preciso instante. Esta Banda era relativamente joven, sus integrantes eran en gran mayoría alumnos provenientes del Infantes y del San Sebastián lo cual la hacia una mezcolanza de estos dos colegios. La recordábamos especialmente por que el 14 de septiembre de 1988 ganaron el concurso de Bandas por un golpe de suerte ya que con el Infantes nos enfrascamos en una batalla en medio del acto cívico de la Plaza Central y no concluyó hasta que muy a lo lejos escuchamos cuando los demás colegios terminaban de cantar el Himno Nacional que claramente había sido interrumpido por las notas de la 10 del Liceo y la bulla del Infantes.
Aquel día al vernos quisieron medirse a nuestra fuerza, grave error. Ronald fue el primero en verlos, ordeno el regreso a la uno y rápidamente me hizo la seña, “la uno, guanaca” alcance a decirle a Gorriz, que estaba en la primera fila derecha, que diera la orden en Cornetas, Pífanos y Liras. Burgos en la última fila, le hice la seña con la mano para dar la orden atrás. 50 cornetas se levantaron al compás de las Batutas, los conos brillaban como siempre; Estábamos por demostrar aquello que habíamos practicado en interminables ensayos. Redoblantes fue a la uno, la orden se dio instantáneamente, Moreno: “Atención…” sus mandos “Atención”, la cadencia aumenta, los nervios afloran, los latidos del corazón se hacen perceptibles en las sienes bajo el Kepi, estamos vulnerables, el rival se acerca cuando se escucha en redoblantes “Uuuunoooooo” Las notas de la sin igual guanaca inundaron el ambiente; La porras de ambos colegios se encontraron, el olor a pólvora de cohetillos se dejo sentir, para ese momento las cornetas del San Pablo se encontraban con las nuestras, para ellos fue como chocar con un muro de granito, tenían que continuar la marcha y su sonido era imperceptible, se iba diluyendo cada vez mas a medida que avanzaban hasta que nuestros redoblantes y bombos estuvieron a la par de los de ellos; En ese momento guanaca concluía dimos la orden de bajar instrumentos, Ronald bajo a redoblantes en ese momento allí era el grueso del enfrentamiento. El esfuerzo que hacía el San Pablo era mayúsculo, en cambio el Liceo simplemente tocaba como había aprendido. Recuerdo la cara del Comandante de Bombos del San Pablo, estaba desconsolado. Voltee a ver a mi primera fila de cornetas con la mano hice la “V” de la Victoria, ellos sonrieron orgullosos. El 14 de septiembre comenzaba.
Julio Figueroa C.
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