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 La disciplina en la tradición Marista.

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MensajeTema: La disciplina en la tradición Marista.   La disciplina en la tradición Marista. EmptyJue Jul 24, 2008 8:39 am

La disciplina en la tradición Marista.
Prevenir las faltas

Para que los castigos sean provechosos no se debe usar de ellos sino de vez en cuando y con una gran sabiduría.
El primer deber del educador en relación con los castigos es el de prevenir por la vigilancia y por una conducta irreprochable las infracciones y las faltas, puesto que los niños casi nunca son culpables y frecuentemente es más bien falta de quienes los inducen al mal, que suya propia. Los principales medios que el educador debe emplear para prevenir las faltas son:
2. Mantenerse muy ecuánime, guardar siempre una apariencia seria y preventiva a la vez. Lo que echa a perderlo todo en una escuela es un educador voluble, que pasa de la alegría a la tristeza, que exige de un momento a otro cosas diferentes, que descuida un día lo que ha exigido en otro, que actúa como por resorte o capricho que hoy tolera todo y mañana castiga eso mismo o que perdona todo a algunos y nada a otros.
3. Nunca perder de vista a los niños y mantenerlos siempre ocupados, ser exacto para hacerlo todo a tiempo, pues nada ayuda tanto a los niños, nada los conduce tan rápida y seguramente al cumplimiento del deber en el momento en que estuvieran tentados de apartarse del mismo, como esta vigilancia y esta puntualidad.
4. Avisarles directamente, instruirlos con bondad en sus deberes, reprenderlos con dulzura y firmeza, nunca forzar a un niño que se ve de mal humor o pronto a enojarse y nunca juntar a algunos niños que podrían perjudicarse.
Guía (1853), pp. 55-56

Medios disciplinarios

La misma vigilancia que previene tantas infracciones, no logra impedirlas todas. Debe, pues, el Maestro saber influir en la voluntad del niño, sirviéndose aislada o simultáneamente de los diversos medios capaces de obrar sobre la misma, a saber: llamamiento a la razón y a la conciencia, laudable emulación, deseo de alabanzas y premios, temor de los castigos, etc.
Guía, (1928), p.114

Cualidades de la disciplina en nuestros Colegios

La disciplina es de necesidad absoluta en la Escuela, pero no basta una disciplina cualquiera para educar al niño, formar su voluntad y habituarle a la práctica del bien.
Para eso la disciplina debe ser paternal; pues de otro modo, en lugar de mejorar al niño, lo hace peor; aparte de que envilece a los que la soportan y más aún a los que la imponen. Ahora bien, para que la disciplina sea paternal, debe ir unida a la religión, al amor y la indulgencia.
1° Religión, sometiendo al niño por motivos sobrenaturales y enseñándole que la autoridad y la ley proceden de Dios.
2° El amor. El Maestro que ama puede enseñar; puede avisar y aconsejar; sus advertencias serán recibidas como favores y seguidas como oráculos. Puede amonestar, reprender y castigar si así lo exigen el orden general o el bien particular del culpado.
3° La indulgencia. Así, el Hermano enseñará a sus discípulos con todo empeño. Pero dispóngase a encontrar inteligencias obtusas en las que la ciencia penetra difícilmente y con lentitud; espíritus veleidosos que se aplican poco, olvidan pronto y no toman nada en serio, particularmente el estudio; espíritus volubles y movedizos que se distraen por una nonada y que olvidan hoy lo que les enseñaron ayer.
Ahora bien, la indulgencia que aquí se recomienda es una indulgencia basada en la razón, prudencia y caridad, y no una indulgencia de debilidad.
Guía, (1928) pp. 94-98

Castigar lo menos posible.

Hay también un gran número de faltas que es preciso perdonar...
No conviene dar castigos generales cuando ocurre una falta grave. Lo que conviene hacer en estas circunstancias es intentar descubrir a los autores del desorden y castigarlos como se lo merecen. Si no es posible conocer quiénes lo son con certeza conviene disimular. Los niños son niños, hay días en que es imposible adivinar qué es lo que los vuelve ligeros y poco aplicados. Lo mejor en estos momentos no es abrumarlos, no se conseguiría sino agriarlos e irritarlos, sino llenarse de paciencia y ocuparlos útilmente. Conduciéndose de esta manera no se compromete la propia autoridad, no se aplican castigos sino con reserva, con equidad, y los niños quedan persuadidos que se les castiga sólo cuando conviene y porque se les quiere.
Guía, (1853) 56-57


Dominarse al castigar

En las correcciones y castigos debe el Hermano mantener siempre su alma en paz y procurar no exteriorizar pasión alguna ni tampoco hacer demostración de mal humor. Castigar al alumno en un acceso de cólera ya no sería corrección, sino venganza. . . Por el contrario, un castigo impuesto con serenidad y exigido de la misma manera denota firmeza en el Maestro e impone respeto.
No ha de temer el Hermano decir a un niño: “No le castigo hoy o en este instante porque estoy incomodado”.
Guía, (1853) pp. 60-61

Cualidades de todo castigo

Los castigos, por la forma de imponerlos, deben ser raros, moderados y apacibles, que es precisamente lo que se desprende de los tres deberes que acaban de exponerse.
En sí mismo el castigo ha de ser, justo, proporcionado a la falta, caritativo y prudente.
Guía, (1853) p. 62-63

Los castigos corporales.

“¿Acaso se puede educar a un niño e inspirarle el amor a la virtud a palmetazos? Imposible: . . Es curioso que se pretenda utilizar en la educación del niño un sistema que ni siquiera se nos ocurriría emplear con los animales . . .Semejantes métodos educativos ofenden la dignidad de la persona, degradan al niño, hacen despreciable a quien los utiliza, introducen el desorden en la escuela, destruyen todo sentimiento de amor, aprecio, confianza y respeto que se deben mutuamente maestro y alumnos e inutilizan todas las atenciones prodigadas al niño.
Vida, XXII, pp. 541-542

La Expulsión

La expulsión temporal o definitiva del Colegio es el último de los castigos. Para ello se requieren motivos graves, que no haya esperanza alguna de enmienda, o que el niño que se expulsa sea peligroso para los demás.. . .
Son por lo general casos de expulsión definitiva: las faltas públicas contra las buenas costumbres, la frecuente insubordinación, el escándalo de conversaciones contra la religión, etc. . .
Cuando la expulsión llega a ser inevitable, hay que entenderse con los padres, a ser posible, indicándoles que retiren a su hijo. De esa manera se evita toda escena desagradable.
Guía, (1853) p. 72


5.6. Ser sencillo.
En los contactos con los jóvenes les damos muestra de una atención impregnada de humildad, sencillez y desinterés.
Constituciones 83

5.7 La sencillez, el ejemplo y la coherencia.
El maestro ha de emitir del fondo de su alma ideas conformes a la verdad, sentimientos buenos, nobles, virtuosos, todo lo que constituye la vida moral. Y si todo eso se reduce sólo a palabras y no se traduce en virtud y buenos hábitos, no será más que ruido vano. letra muerta, y no vida que engendra vida, virtud que da virtud.
ALS, XLI, p. 389
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